miércoles, 18 de noviembre de 2009

Un Cuento No Común


Erase una vez una princesa, pero no era una princesa como todas las demás, ella era completamente diferente a cualquier otra princesa de la que alguna vez hayamos oído hablar. Esta princesa no vivía en un palacio, ni en un castillo ni en una mansión en un reino muy muy lejano, sino mas bien en una casita pequeña en una ciudad enorme, ruidosa y agitada con demasiada gente. Tampoco tenía amigos animales que la acompañaran a cantar en las mañanas, tenia amigas lesbianas y amigos adictos al alcohol. Tampoco tocaba instrumentos finos y elegantes como el piano o el arpa, tampoco tenia una voz melodiosa, es más, ella no cantaba, tocaba el bajo y la batería y prefería mil veces escuchar a Bon Jovi o ir a una tocata antes de bailar un vals. Ella no tenia hermanastras ni madrastra, tenia seis hermanos mayores, cada uno con estilo propio que la trataban de pendeja y le hacían llorar, y una madre fumadora compulsiva que casi nunca estaba en casa, pues debía trabajar todo el día en un restaurant lavando platos. Así era la vida de nuestra princesa, totalmente opuesta a la vida de princesa, pero aun así lo era, su padre siempre se lo dijo.

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